El buen amor en la pareja - Reseña crítica - Joan Garriga Bacardi
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El buen amor en la pareja - reseña crítica

El buen amor en la pareja Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Sexo y relaciones

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788423354221

Editorial: Booket

Reseña crítica

El psicólogo Joan Garriga nos acerca los secretos para mantener vínculos sanos con nuestras parejas. Pero nada es magia. Se necesita trabajar internamente, con nuestros vínculos pasados y con el vínculo presente, para lograr la relación que soñamos. No pierdas la oportunidad de descubrir qué hacer para que tu relación funcione.

Vivir en el amor

No existe mayor castigo para las personas que vivir en soledad y desamor. 

Siempre estamos dispuestos a encontrar el milagro del encuentro real con otro ser humano. En el intercambio de dar y tomar, nuestro corazón se abre y sentimos la experiencia de ser uno.

Cuando esto acontece en la pareja, esa unidad se convierte en un ingrediente de la felicidad.

Sin embargo, así como nadie puede hacerte feliz, nadie puede hacerte infeliz. Una pareja no tiene esta capacidad.

A pesar de que exista sufrimiento y desamor, no tenemos por qué ser víctimas de ello. Nuestro camino está en nuestras manos.

“La felicidad depende, pues, principalmente, de nuestra actitud y estado ante lo que nos toca vivir”.

La felicidad también depende de reconocer nuestra responsabilidad. Es feliz quien, en lugar de quejarse y sufrir, toma posición, orienta sus acciones, genera esperanza y un futuro prometedor.

La felicidad no es la ausencia del dolor y la frustración.

Además, no esperes que tu pareja te haga feliz. La pareja da muchas cosas, pero esto no implica que tenga el poder de hacerte feliz.

Las parejas reales refutan la idea de que el otro debe ser la fuente de su felicidad y admiten que las relaciones no son un camino de rosas. Esto no les impide sentirse felices en pareja. 

La gran tarea consiste en aprender a amar, integrar y gozar lo real, mientras nos despedimos de nuestras idealizaciones.

Entonces, ¿para qué la pareja?

Una de las necesidades más profundas de los humanos es permanecer y estar en contacto o unido al otro.

Necesitamos encontrar plenitud en nuestras relaciones, y satisfacer la necesidad de dar y recibir amor. Esto nos permite ir más allá del yo y convertirnos en un nosotros.

En la pareja nos exponemos a lo diferente y aprendemos a respetar lo que nos resulta extraño. Nos ofrece la posibilidad de crecer a través de la exposición a lo ajeno y de su integración.

Elección, enamoramiento, compromiso y entrega

Cuando dos personas se encuentran, se sienten incontrolablemente movidas hacia el otro y por el deseo del otro. Es un estado de gracia y apertura donde todo brilla.

Pero lo cierto es que no dura.

En el enamoramiento no vemos a la otra persona tal como es, sino como anhelamos que sea. En este proceso, entran en juego inconscientemente complejos mecanismos de reconocimiento del otro que guardan resonancia con nuestra historia.

Pero si la relación progresa, el enamoramiento se cae. A partir de ese momento, la relación deja de ser movimiento, y se transforma en elección y aceptación.

Una vez que la relación prospera, se pasa al compromiso. La pareja comienza a hacer cosas de manera propia. Aquí se consolida un camino común entre las dos personas. Y luego, en algunas parejas, llega la entrega: “El amor con entrega es un amor trascendente”.

La pareja

La pareja se fundamenta en la sexualidad y la igualdad de rango entre sus miembros. La sexualidad funda el inicio de una pareja. Aporta intimidad y goce. En la igualdad, ambos tienen el mismo nivel, e idéntico valor y dignidad. Si no hay igualdad, no hay pareja.

Si uno se pone por encima o por debajo del otro, el equilibrio se rompe y en algunos casos se llega a la violencia. La igualdad consiste en caminar juntos, lado a lado. 

La pareja es un espacio ideal para el crecimiento. Una relación ayuda al desarrollo personal. “El crecimiento apunta a la expansión hacia lo extraño, a la inclusión como propio de lo ajeno”.

El verdadero crecimiento se da cuando cada uno le hace frente a aquello que teme o cree adolecer.

Existen cinco condiciones para el bienestar de la pareja:

  1. Debe fluir sin demasiado esfuerzo.
  2. Debe contar con dos naturalezas no demasiado incompatibles.
  3. Debe consistir en verdaderos compañeros.
  4. Debe existir fe y confianza mutua plena.
  5. Debe existir el deseo espontáneo, no forzado, de que el otro esté bien.

Pero existe un ingrediente más que podríamos incluir a las condiciones mencionadas: “que haya un rico, positivo, fértil y equilibrado intercambio entre dar y tomar”.

La falta de este ingrediente puede provocar violencia en el seno de la pareja.

Perdón, venganza, poder y amor por igual

La pareja debe tener cuidado con el perdón, pues suele no ser del todo verdadero, sino una herramienta para ponerse por encima del “malo”. El verdadero perdón implica aceptación y amor hacia los hechos tal como ocurrieron, aunque duelan.

Hellinger, psicoterapeuta creador de la terapia con Constelaciones Familiares, defiende que cuando un integrante de la pareja daña al otro, el dañado debe compensarlo vengándose con amor: esto significa devolver el daño, pero en cantidades menores.

De lo contrario, el dañado quedará con una superioridad moral. Con la “venganza” recuperará el equilibrio.

Ambas partes deben contribuir para que el otro alcance el máximo poder de sí mismo y no sobre el otro. Un buen ejercicio es mirar a la pareja, y cuestionarse desnuda y crudamente si nos sentimos superiores, iguales o inferiores.

El verdadero poder radica en reconocernos en nuestra propia experiencia, cuando estamos conformes con nuestra realidad, sentimientos, problemas, alegrías o pensamientos.

Todos necesitamos sentir nuestro poder, sentir que podemos, que somos adecuados y válidos.

Los hombres y las mujeres aman, se desnudan, buscan bienestar, comprensión y confianza por igual. No existe mejor regalo en la pareja que amar al otro tal y como es; si la pareja es capaz de esto, logrará felicidad.

Dos sistemas

Todos venimos de un pasado con determinadas reglas, normas, historias, alegrías y tristezas. Y la pareja es una nueva oportunidad para aprender a amar, a arriesgarse, a confiar. Cuando dos personas se encuentran puede que sus sistemas se complementen, pero también pueden colisionar. En tal caso, cada uno debería tomar su camino.

Cuando dos personas se unen, en verdad se unen dos familias particulares. El mayor logro es que ambos puedan aceptarse respetuosamente a sí mismos con su historia y su sistema. 

Culpa

En una pareja no hay culpables ni inocentes. No sirve culparse ni culpar al otro.

Lo que en verdad ayuda es entender nuestra coparticipación en los resultados y responsabilizarse por ello. También ayuda flexibilizarse y elaborar nuevas opciones que cambien el statu quo.

Pero la culpa tiene demasiada mala prensa. “La culpa es, en muchas ocasiones, un sentimiento útil, biológico, que cumple ciertas funciones”.

Una de las funciones más importantes es que nos avisa que estamos poniendo en peligro nuestras lealtades y pertenencia, y otra es que nos alerta de que estamos haciendo daño.

La primera es una culpa buena, es decir, la que suele surgir cuando logramos avanzar hacia la felicidad, y trata de asegurar la lealtad hacia los seres queridos. La segunda es una culpa por daños que nos lleva a asumir nuestro potencial dañador.

Todos nos enfrentamos a ambas.

Sin embargo, hay otra culpa inútil: la del exceso de importancia personal, la de creer que todo gira a nuestro alrededor. Debemos comprender que al otro le pueden suceder cosas por su propia cuenta.

Padres

Todos experimentamos una separación con nuestros padres, en algunos casos temprana y dolorosa, en otros de forma más suave.

Y todos debemos trabajar para descubrir de qué manera interrumpimos ese movimiento, porque muy posiblemente traslademos a la pareja el estilo afectivo que tengamos como consecuencia de aquella interrupción.

Las personas solemos repetir esquemas relacionales o afectivos en el intercambio amoroso. Por ejemplo, si la relación con nuestros padres es de víctima, es posible que repitamos ese esquema con la pareja.

Para reparar esa interrupción, debemos aceptar a nuestros padres. Debemos liberar sentimientos atascados en nuestro cuerpo. Es esencial sanar el vínculo con nuestros padres, para poder estar bien con nosotros mismos, amar lo que somos, y esto incluye honrar también las heridas.

Este es un proceso que nos ayuda a acercarnos a nuestra pareja y a ponernos en sintonía con nuestros padres, a decir que sí a nuestro pasado y liberar nuestros estilos afectivos.

Muchas veces, depositamos en nuestra pareja los reclamos de nuestro pasado. Ese es el motivo por el que hay que estar en comunión con las heridas.

“Es un principio existencial: aquello que rechazamos nos ata, aquello que aceptamos nos libera”.

El amor no es suficiente

En algunas ocasiones, rendirse es el acto más humano. Para que haya bienestar en la relación, el amor no es suficiente.

Hay parejas que no encuentran la forma de gestionar su amor para que dé buenos frutos. En la mayoría de los casos, el problema no es el amor, sino la falta del buen amor. A pesar de que haya amor, las personas pueden estar destruidas e insatisfechas dentro de la pareja.

“La pareja se enfrenta a proezas existenciales cuando debe encarar hechos dolorosos”.

Un buen ejemplo es la muerte o enfermedad de un hijo. La pareja se puede encontrar, compartir y aceptar el dolor, y hacerse más fuerte, o puede llegar a la separación.

Felicidad y dolor

Existe una felicidad pequeña y una grande.

La pequeña es la más común y la que nos esforzamos por encontrar.

Consiste en sentir que las cosas marchan bien, que las personas que amamos están con nosotros, nos aprecian y reconocen. Consiste, además, en gozar de la pareja y sentir que nuestros seres queridos se sienten bien, y disfrutan del bienestar y el crecimiento.

La gran felicidad es aquella en la que experimentamos el “soplo feliz de la vida”, independientemente de que las cosas vayan bien o mal. Significa aceptar y aprovechar lo que la vida nos trae, aunque no encaje con nuestros deseos personales.

Nuestra vida consiste en procurar nuestra felicidad invirtiendo en lo que nos mueve y deseamos, pero también en desarrollar receptividad y sintonía con lo que la vida quiere, nos trae y exige.

Si nos embarcamos en el amor, somos candidatos al dolor. El sufrimiento existe y hay que aceptarlo. Debemos ser conscientes de que en algún momento el amor dolerá. Sin apertura al dolor, no hay pareja.

Rupturas

Es bueno que las personas sepan que, sin el otro, de todas formas les irá bien en la vida.

Para que una ruptura sea buena, es necesario poder expresar todo lo que hemos callado en la relación, lo que quedó atascado y nos intoxicó. Si es posible hacerlo con la otra persona, no pierdas la oportunidad. Si no es posible, puedes escribirlo o hacer cualquier otra cosa para sacarlo.

También es esencial agradecer todo lo que nos han dado y hemos podido vivir al lado del otro.

Así podemos superar la ruptura, entender lo que nos ha aportado la relación y saber lo que hemos aprendido. De ese modo, estaremos listos para cerrar lo que pasó y abrirnos a lo que viene.

El principal indicador de que una relación está bien cerrada es que uno es capaz de ser feliz en una relación posterior. Cerrar bien significa cerrar con amor todo lo que vivimos, y con amor hacia el otro desde otra posición.

Cuando hay hijos es especialmente esencial cerrar bien y con amor la relación, ya que, para ellos, los padres siempre estarán juntos como padres, aunque se separen como pareja.

Notas finales

En “El buen amor en la pareja”, Joan Garriga habla sobre cómo lograr un vínculo afectivo sano.

Asimismo, nos habla de muchos otros interesantísimos tópicos que incluyen a la familia, la soltería, los hijos, las pérdidas, las constelaciones familiares y la madurez.

Sanar el pasado, agradecer lo vivido, y aceptar las heridas y el dolor se vuelven la clave inicial para lograr relaciones de goce y satisfacción. Solo así podremos aceptar y amar al otro tal como es. Además, la igualdad, tanto en cuestiones de poder como a la hora de amar, es lo que definirá el bienestar en la pareja.

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